Una semana es poco tiempo para poder explicar cómo es Suiza en su totalidad, como su cultura.
Personalmente, he estado muy a gusto en la casa de la familia Lee. Allí, las personas son más cerradas que en España, por lo que les cuesta abrirse a los visitantes, sobretodo españoles, ya que somos muy distintos a ellos. Por otra parte son gente amable y más honrada que mucha población española, por desgracia. Allí, pude ver como se dejaban la puerta de las casas abierta, sin temor de ladrones o personas con malas intenciones. También me impresionó la gracilidad con la que hablaban varios idiomas, la cantidad de idiomas que hablaban y la soltura con la que los hablaban.
En el instituto, los estudiantes se dejaban tanto los portátiles como los instrumentos de música en la entrada, con la seguridad de que siguieran en el mismo sitio a su vuelta. También era de notar, la libertad de la que disfrutaban en el instituto, sin vallas ni puertas cerradas, ni guardias vigilando por si algún incauto se escapa; ya que todos los que acudían a el instituto lo hacían por voluntad propia y no por obligación, por lo que todos tenían intención de estudiar.Tanto querían hacerlo que muchos recorrían un largo trayecto para llegar hasta él, y hablo de: caminar para coger el bus, ir desde la parada hasta la estación de trenes, coger un tren desde el pueblo hasta Aarau e ir al instituto.
El tema del dinero se podía ver diariamente tanto en la calle como en la casa misma. Los precios eran mucho más altos que en España y muy desconcertantes, costaba más cara una taza de café que una botella de agua de apenas medio litro. Por otra parte, los salarios eran mucho más altos que en España, de cuatro a cinco veces mayor por el mismo trabajo. De esto sacamos una conclusión: los precios son el doble que aquí, pero los salarios son el cuádruple o cinco veces mayor, por lo que salen ganando.También pagaban menos impuestos.
Una cosa que me aterrorizó fueron los jóvenes que estaban haciendo la mili, no su ropa o el hecho de hacerla; sino que, mientras sujetaban sus bolsas con las dos manos, llevaban el rifle colgando del cuello y éste, rebotando en su tripa con cada paso que daban. Yo siempre intentaba no acercarme, por si se le soltaba el seguro del arma...
De la comida no hay mucho que decir. Utilizaban queso, patatas y mantequilla como ingredientes principales, y con ellos hacían platos como la Fondue, la Raclette, o una tortilla bastante rara (sin huevos, por lo que no es tortilla) que ellos llamaban Omelette. También tenían distintos tipos de salchichas y Kebabs.
Las ciudades no me gustaron mucho ya que la arquitectura era muy repetitiva y no tenían grandes variaciones respecto a ella.
El balneario me encantó, y no hay más que decir.
El intercambio estuvo, en mi opinión, muy bien pero se debería plantearSE visitar Zurich y Lucerna como excursiones de grupo.
Hasta otra lectores!!!
En el instituto, los estudiantes se dejaban tanto los portátiles como los instrumentos de música en la entrada, con la seguridad de que siguieran en el mismo sitio a su vuelta. También era de notar, la libertad de la que disfrutaban en el instituto, sin vallas ni puertas cerradas, ni guardias vigilando por si algún incauto se escapa; ya que todos los que acudían a el instituto lo hacían por voluntad propia y no por obligación, por lo que todos tenían intención de estudiar.Tanto querían hacerlo que muchos recorrían un largo trayecto para llegar hasta él, y hablo de: caminar para coger el bus, ir desde la parada hasta la estación de trenes, coger un tren desde el pueblo hasta Aarau e ir al instituto.
El tema del dinero se podía ver diariamente tanto en la calle como en la casa misma. Los precios eran mucho más altos que en España y muy desconcertantes, costaba más cara una taza de café que una botella de agua de apenas medio litro. Por otra parte, los salarios eran mucho más altos que en España, de cuatro a cinco veces mayor por el mismo trabajo. De esto sacamos una conclusión: los precios son el doble que aquí, pero los salarios son el cuádruple o cinco veces mayor, por lo que salen ganando.También pagaban menos impuestos.
Una cosa que me aterrorizó fueron los jóvenes que estaban haciendo la mili, no su ropa o el hecho de hacerla; sino que, mientras sujetaban sus bolsas con las dos manos, llevaban el rifle colgando del cuello y éste, rebotando en su tripa con cada paso que daban. Yo siempre intentaba no acercarme, por si se le soltaba el seguro del arma...
De la comida no hay mucho que decir. Utilizaban queso, patatas y mantequilla como ingredientes principales, y con ellos hacían platos como la Fondue, la Raclette, o una tortilla bastante rara (sin huevos, por lo que no es tortilla) que ellos llamaban Omelette. También tenían distintos tipos de salchichas y Kebabs.
Las ciudades no me gustaron mucho ya que la arquitectura era muy repetitiva y no tenían grandes variaciones respecto a ella.
El balneario me encantó, y no hay más que decir.
El intercambio estuvo, en mi opinión, muy bien pero se debería plantearSE visitar Zurich y Lucerna como excursiones de grupo.
Hasta otra lectores!!!
Autor: ÁLVARO GOTERRIS FUSTER
4º ESO-01
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